Recordando a Cecilia: Una Carrera Truncada a los 27 Años

El Trágico Final de Cecilia: Una Estrella Fugaz con Talento a Raudales en el Firmamento del Pop Español

La madrugada del 3 de agosto de 1976, España se despertó con una noticia que heló el corazón de muchos: Cecilia, la talentosa cantautora madrileña, había fallecido en un trágico accidente de tráfico cerca de Benavente, Zamora. Con tan solo 27 años, Evangelina Sobrero Galanes, el verdadero nombre detrás del carismático "Cecilia", se unía al fatídico "Club de los 27", dejando tras de sí un legado musical imborrable y una sensación de pérdida prematura.

Nacida en El Pardo (Madrid) el 11 de noviembre de 1948 en el seno de una familia numerosa, Cecilia creció marcada por una educación cosmopolita y una rica herencia cultural. Su padre, militar y diplomático, le inculcó un compromiso intelectual y una visión crítica de la realidad. De su madre, heredó una profunda pasión por la música, la literatura y el arte, así como una fuerte conciencia de su identidad como mujer.

La vida de Evangelina y sus siete hermanos fue un crisol de experiencias internacionales, viviendo en el Reino Unido, Estados Unidos, Portugal, Jordania y Argelia. Estos viajes, lejos de desarraigarla, le permitieron contemplar el mundo y su propia cultura desde múltiples perspectivas, enriqueciendo su sensibilidad artística y su visión del ser humano. Sus padres creían firmemente en la educación como una llave hacia la libertad, y esta educación itinerante se convirtió en un pilar fundamental en la formación de la futura artista.

Al igual que el cantautor Luis Eduardo Aute, los hijos de la familia Sobrero Galanes fueron bilingües en español e inglés, una ventaja que les abrió las puertas a un universo cultural más amplio. Influenciados por la vocación intelectual de su padre y su abuelo, Cecilia y sus hermanos disfrutaban de tardes de lectura de clásicos de la literatura inglesa y rusa, como Elisabeth Barret Browning, George Eliot, Charles Dickens, Thomas Hardy y León Tolstoi. Esta inmersión temprana en la literatura universal nutrió su capacidad narrativa y su sensibilidad poética, elementos clave en sus futuras composiciones.

La decisión de sus padres de enviarlos a colegios públicos locales en sus diferentes destinos diplomáticos, en lugar de a instituciones de élite, fue crucial. Buscaban que sus hijos aprendieran la vida desde la perspectiva de sus habitantes, viviendo la realidad del lugar en su esencia. Para ellos, la vida y la literatura eran inseparables, una alimentaba a la otra.

El Último Concierto en Vigo: La Cúspide de una Carrera Intensa:

En el momento de su trágico final, Cecilia se encontraba en la cúspide de su carrera. La noche del 2 de agosto de 1976, ofreció un concierto memorable en la sala Nova Olimpia de Vigo, con todas las entradas vendidas. El empresario del local describió a la cantante como exultante y feliz tras su actuación, tan encantada con la ciudad y su ría que incluso planeaba buscar terrenos para construir una casa en la playa.

Este concierto en Vigo fue la última parada de una trayectoria musical intensa y meteórica. Apenas unos meses antes, en noviembre de 1975, había representado a Televisión Española en el Festival de la OTI con el tema "Amor de medianoche". En un gesto de carácter, Cecilia rechazó la letra original, que consideraba ñoña, y la reescribió por completo, introduciendo sutiles pinceladas de crítica social. Este acto de rebeldía, aunque discreto, tuvo un significado especial en los estertores del franquismo.

La sala Nova Olimpia estaba abarrotada aquella noche, y entre los comentarios del público se colaba la noticia del grave accidente del piloto de Fórmula 1, Niki Lauda, en el Circuito de Nürburgring. Nadie podía presagiar que, horas después, otra tragedia se cerniría sobre el país.

El Fatídico Viaje Nocturno y el Silencio Inesperado:

Tras el exitoso concierto, Cecilia y su grupo emprendieron el viaje de regreso a Madrid sobre las tres de la madrugada a bordo de su Seat 124. Al día siguiente, la cantante tenía programada una grabación en la capital, donde preparaba un disco en el que versionaba poemas de Valle Inclán, un proyecto que hablaba de su inquietud artística y su conexión con la literatura española.

Sin embargo, el destino tenía otros planes. A las 5:40 horas de la madrugada, el coche en el que viajaba colisionó frontalmente contra un carro de bueyes que circulaba sin luces por la carretera C-620 (hoy N-525), a la altura de Colinas de Trasmonte, cerca de Benavente (Zamora). En el acto, falleció Cecilia, que viajaba dormida en el asiento trasero, y el batería del grupo, Carlos de la Iglesia. Los otros dos ocupantes del vehículo resultaron gravemente heridos, al igual que el propietario del carro y su esposa, quien conducía a los animales. La violencia del impacto fue tal que uno de los bueyes salió despedido contra un terraplén cercano.

La noticia de su muerte conmocionó profundamente a España. La desaparición de Cecilia en el momento álgido de su carrera generó una oleada de tristeza y un sinfín de homenajes en medios de comunicación. Años después, su legado musical siguió vivo a través de recopilatorios y versiones de sus canciones interpretadas por artistas de diversas generaciones, como Raphael, Amaral y Alaska.

Vigo se convirtió así en la última parada de una vida y una carrera intensas, que inscribieron a Cecilia como la única artista española en el trágico Club de los 27. Evangelina Sobredo descansa en el Cementerio de la Almudena de Madrid, en una tumba sencilla adornada con un ramito de violetas de plástico, un humilde tributo a la creadora de canciones que ya forman parte de la memoria colectiva de nuestro país: "Un ramito de violetas", "Dama, dama", "Mi querida España" y "Nada de nada", melodías que seguirán evocando la voz única y el talento prematuramente silenciado de Cecilia.


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