Bernardo Bonezzi: El Niño Prodigio de la Movida Madrileña

Bernardo Bonezzi: El Niño Prodigio de la Movida Madrileña

La noticia de su fallecimiento, un tórrido agosto de 2012, a los 48 años, dejó un vacío inesperado en el panorama musical y cinematográfico español. Bernardo Bonezzi, el que fuera bautizado como el "niño prodigio de la Movida", se marchaba dejando tras de sí una trayectoria precoz y brillante, marcada por la inquietud creativa y un talento desbordante.

Nacido en Madrid el 6 de julio de 1964, hijo de un italiano y una brasileña, Bonezzi personificó la precocidad en el panorama musical español, llegando a ser considerado por muchos como el "Mozart de la movida madrileña". Su conexión con la música fue temprana y profunda. A los seis años ya tocaba la guitarra, y a los ocho sus oídos se deleitaban con los sonidos innovadores de Roxy Music, Marc Bolan y David Bowie. No tardó en comenzar a componer sus propias melodías, y en 1978, con tan solo trece años, fundó Zombies, una banda que se convertiría en un referente de la Movida madrileña.

Su primer sencillo, «Groenlandia», lanzado cuando Bonezzi tenía apenas trece años, se erigió en un himno pop de los ochenta, una melodía pegadiza y nostálgica que capturó el espíritu de una época de cambio y efervescencia cultural. Con Zombies, Bonezzi lideró una formación que grabó dos álbumes, Extraños juegos (1980) y La Muralla China (1981), dejando una impronta fresca y juvenil en el sonido de la Movida.

Sin embargo, la inquietud artística de Bonezzi lo llevó a explorar nuevos caminos. En 1982, tras la separación de Zombies, produjo y compuso la música del disco que Pedro Almodóvar y Fabio McNamara grabaron ese año. Este fue el inicio de una fructífera relación con el cineasta manchego, ya que también compuso las canciones de Laberinto de pasiones, la segunda película de Almodóvar. Así, Bonezzi comenzó a construir una sólida y reconocida carrera como compositor de bandas sonoras.

Su talento para crear atmósferas sonoras que complementaban y enriquecían la narrativa cinematográfica lo consagró como uno de los compositores más solicitados del cine español. Trabajó en cuatro películas de Pedro Almodóvar, incluyendo ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), Matador (1986) y la nominada al Goya Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), cuya banda sonora evidenciaba la influencia de maestros como Nino Rota, Bernard Hermann, Erik Satie e Igor Stravinski.

A pesar de estos logros, la curiosidad de Bonezzi no se detuvo. Tras publicar un maxisencillo y un álbum pop que no terminaron de satisfacerle, decidió centrarse en la composición para teatro, series de televisión y, sobre todo, cine. Su prolífica trayectoria en el séptimo arte abarcó más de cuarenta bandas sonoras, cosechando el reconocimiento de la industria. En 1996, se alzó con el Premio Goya a la Mejor Banda Sonora por su trabajo en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto de Agustín Díaz Yanes, una obra que demostró su madurez y su capacidad para crear música conmovedora y evocadora. Además, fue nominado en tres ocasiones más a los Goya por las bandas sonoras de Todo por la pasta (1992) y Sin noticias de Dios (2002). Para la televisión, compuso melodías tan populares y reconocibles como la de Farmacia de guardia.

Llegó a ser el miembro más joven del Consejo de Administración de la SGAE, un testimonio de su temprana influencia y su visión dentro de la industria musical.

Sin embargo, la naturaleza inquieta de Bonezzi lo llevó a abandonar, en 2002, su exitosa carrera en el cine para embarcarse en una trilogía de discos instrumentales conceptuales, dedicados a las horas del día: La hora del lobo (2004), La hora azul (2006), con claras influencias del cine de Ingmar Bergman y Éric Rohmer, y La hora del té (2007), donde experimentó con sonidos de otras culturas, especialmente orientales.

En sus últimos años, Bonezzi regresó brevemente a su faceta de creador pop con dos álbumes, El Viento Sopla Donde Quiere (2010) y La esencia de la ciencia (2012), aunque estos trabajos no obtuvieron la repercusión esperada.

La repentina pérdida de Bernardo Bonezzi a los 48 años truncó una trayectoria marcada por la genialidad precoz y la constante búsqueda de nuevos horizontes creativos. Como escribió Pedro Almodóvar tras su muerte: "Odio agosto, el maldito mes que se llevó a Chavela Vargas y ahora a Bernardo. Mi memoria de los dorados ochenta de repente se ve invadida por las sombras". Echamos de menos a un músico excepcional e inquieto, un talento que se atrevió a dejar atrás el éxito en el pop y las bandas sonoras para explorar nuevos caminos sonoros. Nos quedamos con la incógnita de sus próximos pasos, con la certeza de que el "niño prodigio de la Movida" dejó una huella imborrable en la música y el cine español.