De Pink Floyd a Le Mans: Nick Mason, el Batería que Convirtió su Pasión por los Coches en un Tesoro

De Pink Floyd a Le Mans: Nick Mason, el Batería que Convirtió su Pasión por los Coches en un Tesoro

Nick Mason: El Icónico Batería de Pink Floyd. 

Nick Mason, baterista y miembro fundador de la legendaria banda británica Pink Floyd, es una de las figuras más respetadas en la historia del rock. Sin embargo, su pasión va más allá de los platillos y las baquetas. Tras el éxito de The Dark Side of the Moon en 1973, Mason pudo cumplir su sueño de infancia: competir en las 24 Horas de Le Mans y construir una de las colecciones de coches más codiciadas del mundo.

Un Olimpo de "Dioses Sobre Ruedas"

A lo largo de 40 años, Mason ha sido dueño de más de 300 automóviles, cada uno conducido personalmente por él. Hoy, su impresionante colección de cerca de 50 vehículos reside en un hangar secreto en la campiña de Cotswolds, Reino Unido. La flota es un verdadero "Olimpo" para los aficionados al motor, con joyas de la ingeniería y la historia automotriz.

Entre sus tesoros más preciados se encuentran:

  • Ferrari 250 GTO: Mason lo compró en los años 70 y lo considera el más valioso.

  • Bentley 4 1/2 Litre: Una reliquia familiar que perteneció a su padre, Bill Mason, un famoso documentalista que usaba el coche para filmar.

  • Ferrari 512 S y 312 T3: Auténticos bólidos de competición que atestiguan su amor por las carreras.

  • Jaguar D-Type y Lola T297: Coches con los que compitió en diversas carreras clásicas por todo el mundo.

  • Bugatti Type 35: Varias unidades de este icónico modelo de carreras.

  • Aston Martin LM18 y Ferrari LaFerrari: Una muestra de su gusto por los clásicos y los superdeportivos modernos.

De Músico a Piloto: La Carrera de Mason en las 24 Horas de Le Mans

La pasión de Mason por la velocidad no era solo un pasatiempo; era un motor. Entre 1979 y 1984, el baterista compitió en cinco ediciones de las 24 Horas de Le Mans. Aunque solo terminó la carrera en dos ocasiones, logró un respetable 18º puesto en su debut con un Lola T297. Sus logros en la pista, aunque modestos, cimentaron su estatus como un verdadero entusiasta.

Además de su pasión por la velocidad, Mason ha demostrado ser un coleccionista con una visión muy personal. A diferencia de otros que acumulan autos por su valor financiero, él ha buscado vehículos con los que pudiera competir o que tuvieran una conexión emocional. Su colección no solo es un reflejo de su éxito, sino también una historia viva de su vida y de la tradición familiar que heredó de su padre. Este enfoque único demuestra que la verdadera riqueza de su garaje no está en el precio de los autos, sino en el significado y la historia que cada uno de ellos atesora.